Celtic® Mox: indispensable en la crianza de becerras lecheras

La crianza de becerras en la industria lechera moderna presenta al ganadero productor de leche una serie de problemas y obstáculos que debe resolver de la mejor manera posible. Desafortunadamente, la solución de esos problemas no siempre está a su alcance debido a una multitud de factores de índole muy diversa y las soluciones no siempre son aplicables por los criadores ya sea porque no se cuenta con los medios o porque su implementación no es factible desde el punto de vista económico.

Precisamente son estas limitaciones las que han estado obligando a los investigadores, sobre todo en la última década, a reconsiderar los métodos de crianza, específicamente de manejo y alimentación. Uno de estos métodos es la crianza de becerras en grupo con diversos objetivos, siendo el principal el ahorro de mano de obra y el segundo disminuir el estrés de la ausencia materna durante la lactancia y el “choque social” al destete. Para enfrentar el obstáculo de cómo darle de comer a tantas becerras en un grupo se han desarrollado sistemas automáticos de alimentación y reexaminado otros factores como el espacio necesario por becerra, la superficie donde deben estar estos grupos de becerras, la ventilación de esos corrales y muchos otros detalles operativos, la mayoría de  ellos específicos de cada lugar, sea éste un establo o un centro de recría.

En la práctica hemos visto cómo la adopción de estos sistemas de crianza en grupos no es un proceso tan sencillo como pudiera pensarse y antes de que el productor y sus empleados alcancen eficiencia en el manejo del nuevo sistema usualmente tienen que enfrentar una serie de retos que jamás imaginaron. En muchas operaciones no han terminado aún de resolver esos problemas o simplemente se dan por vencidos y regresan a los sistemas tradicionales de crianza.

Pero tampoco los productores y centros de recría en donde siguen los sistemas “tradicionales” de crianza están exentos de los problemas que plantea la crianza moderna de becerras. El aumento en el tamaño de los hatos, la mayor exigencia en desarrollo que se requiere para convertir a una becerra en una vaca alta productora y el manejo basado en estadísticas y objetivos llevan en muchas ocasiones a más problemas, y más complejos, de los que se trataba de resolver. Esto ocurre porque al manejar por estadísticas y objetivos en muchas ocasiones no se resuelven los problemas, sino simplemente se enmascaran. Esto puede ocurrir en el caso de las estadísticas o, paradójicamente, al manejar por objetivos se pierde la gura casetas de intemperie. En los grandes establos y centros de recría modernos, las casetas son tan numerosas – habiendo varios cientos o miles de ellas en una sola operación – que es imposible siquiera “asomarse” a cada una para cerciorarse que cada animal – cada individuo – esté en buenas condiciones. El productor tendrá que depender totalmente de los informes de sus empleados.

Entonces, en operaciones de todo tipo, sea crianza en grupos o manejo tradicional, tenemos el problema del manejo por objetivos y el control estadístico. ¿Qué es más importante para el productor, que las becerras no se mueran, o que se conviertan en vacas que produzcan leche a todo su potencial genético? Las estadísticas de una crianza nos pueden hablar de la mortalidad, o incluso – en casos raros – de la morbilidad. ¡Pero eso no nos dice cuánta leche van a dar esas becerras cuando lleguen a ser vacas!

Allí es cuando el manejo por objetivos pierde objetividad.

Enfrentando los  retos de la crianza moderna de becerras

La vaca lechera del Siglo XXI enfrenta retos que ninguna otra generación de bovinos había enfrentado en el pasado – desde que la primera persona ordeñó a la primera vaca en los albores de la civilización.

Estos retos son de varios tipos: genéticos, sanitarios, de manejo y ambientales.

La vaca lechera moderna tiene un genotipo mucho más evolucionado que las generaciones anteriores. La mayor capacidad de producción de leche le impone necesidades metabólicas y de desarrollo corporal y visceral que no tenían que enfrentar sus ancestros que producían desde diez hasta cuarenta litros de leche menos que ellas. El avance en el conocimiento genético en la era genómica está descorriendo el velo de muchos enigmas que no encontraban explicación, como la proporción peso de las vísceras en relación con el tamaño corporal y la producción de leche. Un ejemplo claro de esto es la proporción de tejido mamario funcional desarrollado durante la lactancia.

La vaca lechera moderna enfrenta problemas sanitarios mucho más difíciles de resolver debido a la exigencia cada vez mayor de calidad de leche óptima y a la prohibición cada vez más estricta en el uso de antibióticos para el tratamiento de enfermedades en los animales. Aunque se ha avanzado muchísimo en el control de enfermedades contagiosas y sistemas de vacunación, en muchos casos la solución es muy compleja, y a lo más que puede aspirar el productor promedio es al control de los problemas infecciosos, por ejemplo a asegurarse que sus reemplazos lleguen libres de enfermedades a la primera lactancia.

Los sistemas de manejo modernos de ganado en confinamiento imponen grandes exigencias a las vacas. Por ejemplo, el ordeño tres veces al día. Mientras que estos sistemas permiten optimizar la producción, imponen la necesidad de aprovechar al máximo el tiempo de las vacas y su alimentación. La mayor productividad también hace indispensable tener animales de reemplazo con desarrollo y salud óptimos para asegurar su longevidad y el retorno del dinero invertido en su crianza.

Por último, el productor enfrenta los problemas ambientales. Encabezando la lista, desde luego, tenemos el cambio climático, seguido del incremento de la mancha urbana alrededor de las grandes explotaciones lecheras que hacen cada vez más difícil contar con las condiciones de aislamiento sanitario, pureza de agua e insumos que requieren las grandes explotaciones lecheras modernas.

¿Pero qué ocurre con las becerras?

Pues exactamente lo mismo que con las vacas. Hay que recordar que las becerras de hoy serán nuestras vacas de mañana.

Aunque desde el punto de vista genético, la becerra moderna no sea tan radicalmente diferente a sus ancestros, los factores epigenéticos son, hoy más que nunca, determinantes en que la becerra se desarrolle adecuadamente y alcance su máximo potencial de producción al llegar al hato de ordeño. Para esto la becerra deberá contar con salud excelente, sobre todo en su etapa de lactancia, que es cuando ocurre el desarrollo de los conductos galactóforos de la glándula mamaria que habrán de conducir la leche de la futura productora.

En numerosos estudios se ha comprobado que un sistema inmune óptimo es indispensable para que sean activados epigenéticamente los genes que determinan el desarrollo de la glándula mamaria.

Desde el punto de vista sanitario, la becerra moderna enfrenta retos cada vez más grandes. Aun cuando una becerra reciba la cantidad adecuada de calostro al momento correcto después del nacimiento (5 gramos de IgG por kilo de peso dentro de la primera hora de vida). Su capacidad de enfrentar los patógenos del ambiente dependerá también de la cantidad de gérmenes que haya en su medio.

Por ejemplo, mientras que el desarrollo de sistemas automatizados de alimentación para becerras en grupos permite ahorrar mano de obra y darles más de comer, también facilita la transmisión de patógenos por vía oral.

De cualquier manera, cualquiera que sea el sistema de crianza, tradicional o en grupo, por lo general, a mayor cantidad de becerras en un establo o centro de recría, mayor será la carga de patógenos en el ambiente y mejor tendrá que ser el estatus de inmunidad de la becerra.

El manejo de grandes grupos de becerras, nuevamente, sin importar que se trate de sistemas de crianza en grupos o tradicionales, somete a las becerras a condiciones de estrés muy intensas. En la crianza en grupos, la jerarquía social puede ser intimidante para las becerras subordinadas, impidiendo a la vez saber cómo se va desarrollando cada una de ellas o identificar problemas individuales de desarrollo. En la crianza tradicional, la privación de la presencia materna provoca estrés crónico, y si no se supervisa individualmente a cada becerra, es imposible constatar su estado de salud.

El manejo moderno de las becerras en crianza obliga por lo tanto a asegurarnos que sus sistemas inmunes funcionen de manera óptima.

Por último, el cambio climático está obligando a modificar la manera en que proporcionemos a las becerras alivio al estrés ya sea por calor o por frío.

Aparte de instalaciones apropiadas y alimentación más acorde con la temperatura ambiente, se ha comprobado que la becerra requiere un sistema inmune óptimo para desarrollarse de manera adecuada en condiciones ambientales adversas.

Celtic® Mox indispensable

Desde su fundación, en el año 2000, Celtic Holland se ha preocupado por desarrollar y mantener una línea de productos que ayuden al productor a enfrentar los retos que encara la industria lechera del Siglo XXI.

Un claro ejemplo de esto es Celtic® Mox, nuestra mezcla de probióticos específicos para reforzar la inmunidad de becerras.

El Departamento Técnico de Celtic Holland ha comprobado que la suplementación con Celtic® Mox es una herramienta sumamente valiosa para ayudar a la becerra lechera a superar los obstáculos, genéticos, sanitarios, de manejo, alimentación y ambientales que enfrenta.

Después de numerosas pruebas de campo realizadas en establos lecheros grandes de México, en las principales cuencas lecheras, como la de La Laguna y Delicias Chihuahua, Celtic® Mox ha comprobado – y sigue comprobando – que es un producto indispensable para la crianza moderna de becerras.

Becerras  que fueron suplementadas con Celtic® Mox durante toda la lactancia, alcanzaron mayor peso, longitud, estatura y anchura de cadera en comparación con becerras no suplementadas y en varias generaciones de vacas en producción hemos seguido comprobando que la longevidad y cantidad de leche producida es muy superior en vacas que fueron suplementadas con Celtic® Mox durante su crianza predestete Celtic® Mox recupera el equilibrio entre desafío e inmunidad en la becerra lechera en lactancia